A los señores funcionarios públicos les cuesta tener una visión positiva de este "experimento de globalización". El TLC representa una amenaza para sus convenciones colectivas y otra sarta de privilegios exclusivos de ese sector. Es por esto que las instituciones públicas y sus sindicatos se han empeñado en desacritar el tratado aduciendo que atenta contra la soberanía de la república y la libertad del pueblo tico.
En cuanto a la otra parte, compuesta por los comerciantes, industriales, turismo, y demás empresarios, junto con su fuerza laboral, creemos que el TLC puede ser una buena oportunidad para que Costa Rica acelere su marcha hacia una mejor calidad de vida para todos sus habitantes.
Aún así, es de mi parecer, que no hay garantía de que el mayor favorecido con el cambio sea el pueblo tico. El establecimiento de monstruosas empresas transnacionales pueden tirar a tierra la sana competencia, y por lo tanto arrebatarnos el derecho (universal e inalienable) de elegir y de obtener productos y servicios de mejor calidad a menor costo (sueño de toda sociedad de consumo).
Tomando en cuenta lo anterior la toma de una decisión inteligente se complica y no es dificil cometer un error de proporciones realmente catastroficas. Sin embargo analizando las opciones que se tienen, el TLC es simple y sencillamente una oportunidad, muy riesgosa si, pero única e imperativa para salir del subdesarrollo.

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